Lo que Evo reveló. El sistema desprecia lo que ignora.
El Sistema desprecia lo que ignora, porque ignora lo que teme conocer. El racismo es también una máscara de miedo. ¿Qué sabemos de las culturas indígenas? Lo que nos han contado las películas del Far West. Y de las culturas africanas, ¿qué sabemos? Lo que nos ha contado el profesor Tarzan, que nunca estuvo.
Eduardo Galeano.
Cada vez que intento entender a México, fracaso. Fracaso porque es imposible pensar a este país y su sociedad en términos de normalidad comunitaria. En la sociedad mexicana existe cada vez más una antítesis de un entorno saludable. Desde el año pasado, y esto no exime a que no haya sido así antes de ello, pero desde el año pasado las diferencias se han acentuado entre diferentes grupos de la sociedad mexicana. Existe una lucha casi encarnizada por demostrar la validez de los diferentes puntos de vista, casi sin detenerse a pensar en un argumento coherente o al menos claro y definido.
Desde la llegada al poder de un gobierno liderado por Andrés Manuel López Obrador, la división de la opinión mexicana, se ha esparcido en algunos grupos que se auto denominan de oposición, es un cantar de todos los días. El último evento que suscitó una avalancha de opinología y generación instantánea de expertos, fue la llegada de Evo Morales Ayma, ex presidente de la República de Bolivia. Quién arribó a la Ciudad de México, en calidad de refugiado político ante los eventos de persecución y el golpe de estado efectuado por la oposición en su país. Sin entrar en los detalles de su llegada al país. La opinología y el expertise mexicano hizo su aparición. Cabe mencionar que no conozco a algún otro país con tanto conocimiento especializado como en el que vivo, supongo claro, que es un síntoma natural de este mundo cibernético.
De la noche a la mañana, desde que se anunció que México ofreció asilo político al ex presidente boliviano, no tardaron en aparecer declaraciones de políticos, sociedad civil, e incluso funcionarios de distintos niveles, que calificaban como grosera la idea de que México ofreciera asilo político a un ser humano al que ellos calificaban como un “dictador” (entiéndase dictador como un concepto amorfo para estos opinológos) e incluso le calificaban de “asesino”. Dirigentes políticos, “influencers” provocaron un sinfín de comentarios que empezaron a aparecer en distintas redes sociales, que replicaban sin parar comentarios de este tipo. Hasta aquí parece ser un día como cualquier otro, en el mundo de la opinología y la dimensión en la que trabajan los argumentos de esta clase. Pero aparecía junto a ello, una ramificación que me parece tal cual, una radiografía de un sector mexicano.
El racismo, es un tema poco tratado en México, en el sentido de que no se visibiliza como debe de ser, muchas veces el mexicano sufre de racismo y se queja por ello. Las declaraciones de Donald Trump son un claro ejemplo de esto, sin tomar en cuenta, que ni cuando fue invitado de Estado por parte del gobierno mexicano, los hoy indignados, no reprimieron tan fuerte las decisiones del gobierno en turno. Tal vez, solo tal vez y táchenme de exagerado, esto se deba a que la imagen que emite Evo Morales, es la de un indígena. No digo que con ello, se utilice este concepto como una categoría que sea sinónimo de víctima. Y no quiero decir que Evo Morales, cuando acusa de que su único pecado es serlo, sea una característica suficiente para ponerse en ese lugar. Lo que es cierto es que México, tiene un doble rasero en este tipo de situaciones.
La llegada de Evo Morales, provocó una avalancha de opiniones entre las que destacaban estos calificativos “indio” “pata rajada” “asesino” “pobre diablo” “jodido” “lacra” “ladrón” entre muchas otras, que lejos de colocarse en un argumento de opinión válido entre muchos, pues venían a clarificar la posición ideológica de sus emisores. Es importante mencionar, que muchos de estos calificativos, provenían de políticos, funcionarios, y miembros de la sociedad civil que se auto consideran como gente “educada” “preparada” “con estudios”, lo que garantiza que esas condiciones no están exentas de provocar que digan semejantes estupideces.
Por un lado, Evo Morales fue atacado por un sector como el que antes mencioné, pero por otro, los argumentos se situaban en lo que me parece uno de los más grandes errores de estos grupos de “oposición” en México. Una profunda, y muy marcada ignorancia de la Historia de México. Este sector, fue probablemente para mí, el que más me incomodaba, dado mi condición de historiador me es difícil imaginar a alguien hablando y calificando hechos, desde la más absoluta y aberrante falta de conocimiento. La Historia Diplomática de México, me parece una de las más honorables dentro del conocimiento del pasado de este país y lo que ello dice de él. Ésta ha estado llena de momentos tan importantes como la acogida a los exiliados españoles que huían del fascismo en su propio país, la llegada de perseguidos por las dictaduras sudamericanas en las décadas de los 70´s, así como el recibimiento de libaneses católicos y de judíos que huyeron del holocausto. México es un país solidario, humano y muy cálido, la gratitud de estos grupos en muchos casos trajo consigo enormes beneficios para el país. Instituciones como el Instituto Nacional de Historia y Antropología (INAH) o el Colegio de México (COLMEX) son solo algunas que han sido fundadas por refugiados. Sin mencionar las universidades y distintas instituciones que se han visto enriquecidas por el grandísimo y maravilloso aporte de quienes han llegado a este país en busca de mejorar su vida o en su caso, de conservarla. Desconocer esto y criticar las acciones del gobierno en turno, es solo un disparate más de los muchos que faltan por decir, de un sector de la sociedad mexicana que opina desde lo más recóndito de su oscurantismo.
Estos sectores hablan desde el privilegio, eso claro está, o bien manchan su propia identidad, pues algunos son hijos de refugiados que llegaron a este país en las mismas condiciones que Evo. Tal es el caso del periodista Sergio Sarmiento, hijo de un refugiado español, y quien criticó fuertemente la decisión del gobierno, aun siendo consciente de que su identidad provenía desde un mismo lugar.
Junto con el racismo mexicano, este grupo es profundamente y orgullosamente clasista, como lo decía en un artículo anterior, sufren de Aporofobia, es decir, miedo al pobre. Y en su marcada ignorancia, para ellos ser indio es igual a ser pobre, por tanto es malo.
Dentro de esta categoría claramente encaja también la autoproclamada presidente de Bolivia Jeanine Añez, quien en distintas ocasiones catalogó como indio pata rajada y salvaje al ex presidente Evo Morales. Y cuyo gobierno títere, ha empezado una campaña asquerosamente racista y clasista en contra del otrora mandatario. En un último video, acusan de lujos innecesarios y dramáticos a Evo, mostrando una cama y una habitación de hotel normal. Esto rebasa los límites de comprensión para ellos, pues en su condición de indígena, Evo no es merecedor de una cama y una mesa, pues esperan que viva en una choza de palma y que vista ropas de manta. Este marcado pensamiento colonialista es un problema gigantesco que aún se sufre en América Latina, acompañado por un profundo conservadurismo donde el libro sagrado de la doctrina católica, La Biblia, es el manual a seguir.
En México, sucede lo mismo, el racismo y clasismo son categorías marcadas en los grupos privilegiados, conocidos popularmente como “Whitexicans” un grupo social adinerado, ignorante, clasista, racista y que despotrica contra todo aquello que cree vulnera su posición dominante. Estas son las banderas con las que navegan estos grupos, y aunque dé risa o miedo, lo hacen orgullosamente al menos hasta que sufren de racismo y miden con doble rasero las cosas, puesto que cuando Trump hace lo mismo, callan más que un feligrés en un templo. O en su caso, cuando la autoproclamada presidente Añez, dice que “me dan pena los mexicanos”, ahí si omiten y, por tanto muestran aún más su marcada doble moral.
Este es el México al que nos enfrentamos y en el que vivimos hoy en día, ésta auto denominada “oposición” es tan débil y tan oscurantista como sus ideas lo demuestran. Su animadversión creo, no es en contra de López Obrador (aunque su obsesión por el intente demostrar lo contrario), sino en contra de lo que representa, y eso basta con ver como se refieren a muchos seguidores del ahora presidente, para ellos “que ingenuos los pobres, que le creen al demagogo” “pobrecitos los están engañando” “pobres de ellos que se dejan manipular” “son pobres porque quieren” en su mundo, la clase popular y menos privilegiada, es manipulable, es ingenua, es tonta y es ignorante, por lo tanto, se les debe tratar como tal. Esta idea paternalista y colonizadora es probablemente una de las más aberrantes que tienen. Para ellos, el privilegio no se conquista, con el privilegio se nace y para estar en él, hay que actuar como él.
Difícil pero no imposible es tratar de erradicar estas ideas en México. Habríamos de empezar por exhibir a quienes utilizan estos argumentos y visibilizar estas ideas, para así combatirlas y junto con ello eliminarlas a través de un proceso educacional que puede tardar generaciones sí, pero en el que se pueda imaginar una sociedad empática y que logre entenderse como tal, como una comunidad. Sin ello, es imposible imaginar un mundo mejor y en consecuencia una convivencia más saludable. México es un país complicado, pero el cambio es posible, y el cambio es necesario si esperamos un mejor país. Pero para cambiar, hay que empezar por saber contra quién se lucha o contra qué, una vez hecho eso, lo único que queda es luchar por el cambio.
“Hace un tiempo, el sacerdote español Ignacio Elcurria me dijo que le resultaba absurdo eso del Descubrimiento de América. El opresor es incapaz de descubrir, me dijo: -Es el oprimido el que descubre al opresor-. Él creía que el opresor ni siquiera puede descubrirse a sí mismo. La verdadera realidad del opresor solo se puede ver desde el oprimido. Ignacio Elcurria fue acribillado a balazos, por creer en esa imperdonable capacidad de revelación y por compartir los riesgos de la fé en su poder de profecía ¿Lo asesinaron los militares de El Salvador, o lo asesinó un sistema que no puede tolerar la mirada que lo delata”
Eduardo Galeano. Ser como ellos y otros artículos. p.48