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La función de la poesía y el lugar del poeta en sociedad. Pt.1

Kenneth Rexroth

Jerome Rothenberg & David Antin: A first interview with Kenneth Rexroth.

Jerome Rothenberg & David Antin: A first interview with Kenneth Rexroth.


Hasta cierto punto creo que siempre, pero especialmente en los tiempos modernos, el poeta, por naturalidad de su arte, ha sido enemigo de la sociedad, es decir, de los privilegiados y de los poderosos. En ocasiones, ha sido un aliado y vocero de los desvalidos y de los débiles, en donde estos grupos estuvieron articulados y organizados, en otras, ha librado una guerra individual y sin apoyo.


En el pasado, usualmente el poeta estuvo ubicado en la última escala de la sociedad, pero creo que ese periodo de creciente aislamiento en común con todos los demás artistas está llegando a su fin. Quisiera señalar brevemente la naturaleza y el significado de la actividad poética y su relación con las sociedades pasadas para abrir una discusión de sus posibilidades futuras.


Hace algunos años conocí en Nueva York a dos chicos. Uno de ellos fue un activista revolucionario, un crítico que se había especializado en cine y una poeta extraordinariamente prometedor. Quizá alguien lo recuerde. Su nombre era Harry Allen Potamkin. El otro, a quien no vamos a nombrar, es probablemente el chico más precoz que haya conocido. En aquel tiempo acababa de terminar una traducción de toda la obra de Arthur Rimbaud. Me la leía sentado toda la noche y me contaba sus ideas sobre poesía, filosofía, economía y moral. Habían pocas cosas que no discutíamos. No creo haber encontrado nunca una mente de más intensidad y brillantez. Una mañana, antes de salir a desayunar, se quitó su camisa para lavarla. Estaba horrible, increíblemente demacrado. Más tarde, descubrí que estuvo viviendo por dos años de mendigar y robar. En la actualidad al parecer ha dejado de escribir.


Harry Allen Potamkin era en aquel tiempo, sin lugar a duda, unos de los más agudos críticos de arte en Estados Unidos. En un periodo en que la corriente del marxismo crítico era superficial e inmadura, él estuvo desarrollando en su discusión del movimiento pictórico un aparato crítico que fue y es de gran valía para los críticos que vinieron después de él. Desafortunadamente, el carácter de la prensa de izquierda en aquel momento le impidió ser publicado en su totalidad como poeta. De no haber sido así podría haberse dedicado más enteramente a la poesía. La promesa visible en pocos de sus poemas publicados pudo haberse cumplido.


Como sea, él murió en 1932 de una enfermedad que fue resultado de una semi inanición. Su funeral fue un evento masivo. Miles de personas de los estratos humildes de Nueva York asistieron para honrar a su vocero que habían amado y respetado. Pequeñas mentes intelectuales que lo habían acusado de oscuridad, que lo habían llamado un metafísico, que decían que era incomprensible para los trabajadores, estaban estupefactos ante su popularidad.


Estos dos casos me causaron tremenda impresión. Aunque siempre he sido decididamente radical, tanto políticamente como en las formas de mi escritura, no había reparado en el status social del poeta para dar una explicación de la naturaleza de su función. Había aceptado mi posición como un marginal social y me he había identificado a mi mismo con las fuerzas que luchan por un mejor sistema social, un sistema en el que la humanidad y el ocio para la apreciación vital de las artes sean de una propiedad común de todos los hombres, pero jamás había tenido que pagar ningún castigo por los errores de mi decisión. Siempre había podido manejar eso.


Desde entonces he pensado mucho en el status del poeta en una sociedad explotadora; en Greene, Nashe, Peele, Marlowe y sus amigos -hambrientos y celebrando, escribiendo piezas y letras en las que una nueva filosofía del hombre estaba emergiendo- obscuros y violentamente moribundos, mientras la nueva clase dominante británica crecía fabulosamente rica; acerca de Ben Jonson y Dryden, enojados en su vejez; acerca de Blake y Burns y Keats; acerca de Baudelaire y Rimbaud, quienes rechazaron absolutamente la sociedad en la que se encontraron, y quienes fueron consecuentemente castigados con la máxima severidad que la sociedad podría reunir.


Creo que una clase social que debe su poder a la explotación de otras clases siempre había echado poca mano del poeta. Cuando tal clase está luchando por el poder, y después, por un corto periodo, cuando está consolidada la estructura de la visión del mundo que lo caracteriza, el poeta puede sufrir al exponerse como algún tipo de bufón de corte. Una vez que el cenit del poder ha pasado y las luchas del grupo dirigente se vuelven cada vez más defensivas y agresivas, tanto en el campo de las ideas como en la economía, al grado de que tal posición se vuelve desesperante, clase dominante, temerosa del poeta, lo rechaza. Éste solo ha sido usado por la mayor avaricia, por los que riman de la propaganda.


Es al hecho de que el movimiento representado por la Revolución francesa puso a una clase explotadora en el poder y que ofreció la esperanza y la promesa de libertad, igualdad y fraternidad para los explotados, que el actual sistema de relaciones sociales ha sido continuamente desafiado desde su origen. Ligado a ello, el poeta en los tiempos modernos ha sido usualmente un marginado.


¿Qué es lo que la poesía hace que sea una fuerza tan disruptiva, tan peligrosa a las ideas y sistemas en los que cuales ha sobrevivido su función? Incluso Platón encontró lo necesario para desterrar a los poetas de su República si es que un admirable, pero ciertamente artificial, estatus quo tuviera que ser preservado. Pienso que hay varios factores que se deben considerar aquí.


Primero, la poesía es preeminentemente el arte del lenguaje. El poeta está continuamente reorganizando la vasta y compleja red de comunicación que hace posible nuestra vida social. Cada gran poema y cada gran poeta ha dejado el lenguaje diferente a como lo encontraron. Algunos escritores de hoy en día, notablemente Joyce y su reciente trabajo, y Gertrude Stein, se han concentrado casi exclusivamente en aspectos de esta función de la literatura. Al menos sus más importantes y perdurables contribuciones han sido lingüísticas, cuales fueren sus intenciones.


El poeta está constantemente tratando de hacer del lenguaje un instrumento más eficiente para el control y la apreciación de la experiencia. Tan pronto como las formas de la sociedad vienen a descansar sobre métodos de control de la experiencia tan artificialmente preservados, cualquier profunda y crítica aproximación a los mecanismos de comunicación deviene peligroso para el grupo. Lo que llamamos la reacción es una insistencia sobre retrógradas técnicas de vivir. En sus más abstractas actividades el poeta es una amenaza para la reacción.


Segundo, casi todas las corrientes del pensamiento han estado de acuerdo en que el criterio final de las artes es en algún sentido moral. Ciertamente, a las artes les preocupa el peso de los valores humanos. Por lo tanto, el poeta no sólo está ocupado en la intensificación y ampliación de las técnicas de la experiencia, sino también en la evaluación de sus contenidos. De hecho, cuando el escritor coloca la intensidad antes que el juicio, pronto decae en una trivialidad en la que la intensidad se evapora por sí misma. Esto se puede ver al comparando, por ejemplo, a Verlaine y Rimbaud, o Ezra Pound y T. S. Eliot. Si todos los poetas en el mundo escribieran como Ernest Dowson un orden social decadente tendría poco que temer de ellos. Al menos no hasta que la decadencia y el caos hicieran incluso de la romántica satisfacción sexual algo imposible


Ninguna actividad que presuma de controlar los más fundamentales elementos de la individual y de la concurrente experiencia grupal, y de pasar un muy incisivo juicio sobre todo ellos, para constantemente revisar y reordenar los procesos de evaluación, no sólo para cambiar y reconstruir los mecanismos de comunicación, sino para dar a estos nuevos propósitos, obviamente se encontrará en conflicto con aquellos sectores de la población que deben su privilegio a la comunicación mantenida sobre los más degradados, acríticos y cerrados niveles.


Tercero, al poeta no sólo le preocupa la inmediata relación de lo individual con la experiencia, o con el juicio, además está consciente de los propósitos y significancia de los detalles de la naturaleza. La mayoría, quizá todos los grandes poetas del pasado han estado bien conscientes de las extensivas implicaciones de su mundo. Algunos han escrito y expresado con definidos y claros programas. Dante, Milton, Shelley, Lucrecio, Abelardo, Tomás de Aquino, Rimbaud son algunos ejemplos de un consciente contenido filosófico. Otros, probablemente la mayoría, han preferido crear implícitamente tal contenido en la estructura de la lírica y drama de su interés. Keats y sus interlocutores reclamaron que él era el valedero y legítimo exponente de los ideales de la Revolución francesa en la Inglaterra de su tiempo. Dante, en su comentario sobre su propio trabajo lírico, muestra que estaba consciente de la función psicológica e incluso del simbolismo subconsciente. Quizá algunas de estas interpretaciones suenan un poco exageradas y post hoc hoy en día, pero su método suenan factibles.


Continuará...


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