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Gaitán, ascenso del “tribuno del pueblo”.

“Yo soy un demagogo muy ecuánime…Soy un demagogo que he leído algunos libros”.

Jorge Eliécer Gaitán (1944).

Las recientes protestas contra el gobierno de Iván Duque muestran el gran descontento popular con su gestión sobre diversos temas como la desmovilización de las FARC o sus políticas sociales. Algo está ocurriendo en América Latina, pues en Chile también se viven intensas protestas o en Bolivia, Evo Morales se ha visto forzado a refugiarse en México por un golpe de Estado. Lo cierto es que como indicó la CEPAL en 2013, un 28,1 % de la población latinoamericana se encontraba viviendo por debajo del umbral de la pobreza, y parece que la situación está enquistada. Los jóvenes demandan un nuevo ciclo político para Colombia. Con este hilo de acontecimientos, resulta interesante buscar en el pasado y sacar a la luz la figura del líder político más carismático en la historia reciente del país, Jorge Eliécer Gaitán. Su personalidad atrae numerosos debates; ¿socialista, fascista o un oportunista? Aun esta cuestión no tiene una respuesta clara, pero lo cierto es que fue el político que mejor supo escuchar los anhelos de un pueblo que reclamaba una mejora sustancial en sus condiciones de vida.


Gaitán nació en 1898, un año antes de la Guerra de los Mil Días y en Las Cruces, un barrio empobrecido de Bogotá, pero que guardaba los aires de un anterior esplendor. El empobrecimiento de su familia provocó su temprano traslado al barrio obrero de Egipto, situado en los cerros que guarnecen la ciudad. De su familia, destacó su madre, Doña Manuela Ayala de Gaitán, por su labor de maestra de escuela. En 1920, ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. A partir de este momento, su activismo y posterior carrera política se asomaba imparable. Presidente de la Cámara de Representantes, Alcalde de Bogotá, Catedrático de Derecho Penal, Ministro de Educación, Ministro de Trabajo más creador de la fallida UNIR (Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria), la multitud de cargos que ocupó auguraban su desembarco como el próximo líder del liberalismo.


Su ascendente trayectoria política culminó en 1947 cuando por fin consigue la jefatura del Partido Liberal, había nacido el gaitanismo. El panorama era confuso, pues, aunque los conservadores pusieron fin a dieciséis años de gobierno liberal (1930-1946) con Mariano Ospina a la cabeza, el nuevo presidente y su proyecto de Unión Nacional pronto acusaron un desgaste político.

Gaitán aprendió de los errores del pasado, iniciando una hábil maniobra para atraer a su causa a antiguos enemigos como Darío Samper, que pasa a dirigir Jornada, periódico oficial del movimiento gaitanista. Esta nueva situación causó cierto estupor en su círculo más cercano, pues su amigo Osorio Lizarazo afirmó lo siguiente: “ya no era el negro Gaitán, sino la clave de la vida pública”.

En este ambiente enrarecido se celebraron las elecciones legislativas del 16 de marzo. El Partido Liberal se alzó con la victoria, Gaitán reunió 498.848 votos, Eduardo Santos 352.959 y el Partido Conservador se anotó 653.987 sufragios. La victoria liberal, y en especial la lograda por Gaitán, tuvo efectos inmediatos: Darío Echandía y Plinio Mendoza pasan a formar parte del movimiento gaitanista. La victoria de Gaitán sobre su contrincante liberal, fue calificada después por algunos como el evento que precedió a la caída de la convivencia.


Gaitán protagoniza diversas muestras de ambigüedad, como su rechazo y posterior apoyo a la huelga de la CTC (Confederación de Trabajadores de Colombia) o de imprudencia al atacar al gobierno por una supuesta importación de gases lacrimógenos. La huelga general convocada por la CTC en mayo de 1947 supuso para Ospina un claro intento de golpe de Estado al gobierno. A pesar de su virulencia, la huelga fracasó y la CTC perdió la personería jurídica durante tres meses.

EL TIEMPO, 29 de marzo de 1947


Otra experiencia que dejó la huelga fue el silencio de Gaitán, que rompería en el Teatro Municipal el 16 de mayo afirmando que la huelga le generaba posiciones enfrentadas, pues desde su perspectiva de jurista la consideraba ilegal, mientras que como líder popular la apoyaba sin duda. Por su parte, el movimiento sindical entró en un período de pérdida de capacidad de acción; el fracaso de las huelgas de 1945 y 1947 supuso un severo mazazo para las aspiraciones de los trabajadores.


Los episodios de violencia iban en consonancia con el clima de tensión política imperante. Comenzó a constatarse que la policía, que había sufrido una profunda depuración, suministraba armas a conservadores en numerosos departamentos, mientras que los liberales y comunistas, buscaron en Venezuela armas y pertrechos. En el occidente del Departamento de Caldas, Santuario y Belalcázar, entrarían en escena grupos armados que se conocerían como los “pájaros”, cuyas acciones adquirirá una gran relevancia durante la Violencia.


Las actuaciones de grupos parapoliciales conservadores estaban presentes en varios departamentos, entre los que destacaba Boyacá. El presidente Ospina en una alocución retransmitida por Radio Nacional el 28 de agosto defendió la Unión Nacional y condenó severamente la violencia: “se pretende organizar un clima de agitación desmedida sobre un hecho que el gobierno lamenta y repudia”.


Finalmente, Gaitán se reunió con Gómez para explorar una solución a la situación que vivía el país. Y la reunión dio sus frutos, ya que fue aprobado un documento firmado por Roberto Urdaneta, ministro de Gobierno, Gaitán, jefe del Partido Liberal y Laureano Gómez, jefe del Partido Conservador. Las esperanzas se disiparon cuando Gaitán se dispuso en el Senado a atacar directamente al gobierno por la “persecución oficial” sobre el liberalismo.

EL TIEMPO, 10 de septiembre de 1947


1948 tuvo un inicio desalentador en el Norte de Santander. Sin embargo, el gobernador afirmaba que la situación en el departamento era de normalidad, y que los crímenes o atropellos eran parte de delitos comunes. También exhortaba a los políticos y a la prensa a no magnificar unos hechos que avivaban el revanchismo político.


Con este panorama, la próxima celebración en Bogotá de la IX Conferencia Panamericana suponía un desafío para el gobierno de Ospina, y ante todo una escapatoria a todos los acontecimientos de violencia política que se estaban desarrollando en el país. Gaitán no aflojó su ataque al gobierno y organizó para el 7 de febrero la “Marcha del Silencio” en Bogotá.


Ese día Gaitán congregó a las masas populares a que se manifestaran en silencio y portaran banderas negras, una auténtica demostración al gobierno del poder e influencia que tenía el líder liberal sobre ellas. Ante 100.000 personas, pronunció su famoso discurso “Oración por la paz”, en el que reivindicó la unión del liberalismo, pero sobre todo conmino al gobierno conservador a frenar la violencia política.

A finales de febrero, la Unión Nacional estaba tocada de muerte por la renuncia de los ministros liberales que estaban integrados en el gobierno. El 1 de marzo, se confirmó dicho retiro, menos en el caso de Domingo Esguerra, ministro de Relaciones Exteriores, que se negaba a abandonar su puesto.

EL TIEMPO, 2 de marzo de 1948.

Finalmente, Domingo Esguerra no pudo aguantar la presión y tras un ataque con huevos podridos, renunció a su cargo. Laureano Gómez, conocido en las filas liberales como “el monstruo”, asumió la cartera de Relaciones Exteriores con la mirada puesta en la proximidad de la IX Conferencia.

Si bien existía una violencia política que estaba exacerbando los odios entre liberales y conservadores en algunos departamentos, nadie imaginaba la tormenta que se preparaba a principios del mes de abril. Gaitán, sostenido por su estatus de “líder del pueblo” parecía el claro favorito para los próximos comicios, pero todo cambió en la vida de los colombianos el 8 abril a las 13:05, el Bogotazo arrasó las escasas esperanzas de conciliación nacional.




BIBLIOGRAFÍA:


OSORIO LIZARAZO, José Antonio (1982): Gaitán: vida, muerte y permanente presencia, Bogotá, Carlos Valencia.

BRAUN, Herbert (1998): Mataron a Gaitán: vida pública y urbana en Colombia en Colombia, Bogotá, NORMA

GUZMÁN, German, FALS BORDA, Orlando y UMAÑA LUNA, Eduardo (1962): La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social, Bogotá, Tercer Mundo, Tomo I y II.

EL TIEMPO


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